jueves, 31 de enero de 2008

Visita a Botnia (II)

 
La fábrica presenta dos aspectos relevantes, el externo y el interno. Los cilindros que perlan la estructura externa de la fábrica son grandes ollas donde se realizan procesos químicos. Por ende la visita interna no es aconsejable. Si es en cambio interesante irlos apreciando desde los distintos niveles, subiendo los distintos pisos del edificio que alberga las oficinas y la caldera de recuperación. Desde allí se tienen magníficas vistas, por ejemplo, del patio de maderas, donde se produce el proceso de chipeo y de acumulación de chips que son luego llevados hasta el digestor donde se producirá el proceso Kraft.

En las dos fotos de abajo se observa la cinta de transporte y una de las pilas de chip desde el nivel del suelo, y todo el patio de madera (incluso con troncos a la izquierda de los contenedores). La presencia de dos pilas responde a que se hace una separación por la especie de eucaliptus que se procesa.




Uno de los aspectos interesantes de ir subiendo piso a piso y observando las estructuras a medida que se sube es la posibilidad de observar los kilómetros de cableado que recorren la estructura, tal como se aprecia en la foto de la derecha.

A medida que se sube la estructura, la inmensidad industrial cede paso, poco a poco. a la naturaleza nuevamente. Desde lo alto se ve el inmenso río y se aprecia toda la extensión que va entre la fábrica y M'Bopicuá, donde se asoma alguna montaña de chips istos para embarcar, y el hoy inútil puente que bosteza su desesperanza sobre las aguas. Una mirada un poco más hacia la izquierda permite ver las piletas de tratamiento de efluentes, la planta de Kemira (al fondo a la derecha de la foto) y el puerto techado (la estructura sobre el río en el medio de la foto).

El interior de la fábrica contiene espacios inmensos donde, dependiendo de la aficción de cada uno, se pueden encontrar los mecanismos más divertidos. Alejandro quedó fascinado por las turbinas de producción de energía y los chiquicientos mecanismos de control y regulación. A mí me llamó mucho la atención todo el cuarto de sensores para la medición de gases, uno de los tópicos que hemos discutido bastante en los últimos meses y que discutiré en el próximo artículo. Pero también me llamó poderosamente la atención el ambiente de "Alien el octavo pasajero" que hay en ciertas partes de la fábrica. Esos pasajes con pisos enrejillados, y la miríada de tubos relucientes que cruzan de una a otra parte, le dan un aspecto interesantísimo de obra de ciencia ficción. Ningún monstruo con cabeza de martillo y monstruito bucal subsidiario interrumpió nuestro paseo, por suerte.

Tuvimos la oportunidad también de visitar los dos extremos de la emblemática chimenea. Por el lado de abajo, el edificio que es en realidad una envolvente para otras cinco chimeneas que se encuentran empaquetadas dentro, presenta una sección de acceso, desde donde se pueden observar los fondos de los inmensos tubos (un cable colgando es una conexión temporal para uno de los estudios de monitoreo y calibración que estaban efectuándose ese día.

Subimos también hasta lo más alto del edificio de oficinas, desde cuyo techo se puede apreciar claramente el remate de la chimenea. Una ligera pluma de vapor de agua da fe que la fábrica no está completamente apagada. Y algunas chicharras en el piso dan fe que la vida silvestre en la zona no ha sido exterminada por la fábrica en funcionamiento.

Y la última foto desde el ápice, obligada por cierto, la imagen del río en la dirección de Ñandubaisal y Gualeguaychú que, por supuesto, son indistinguibles en el horizonte. Un ejercicio de vista e imaginación nos permitió localizar un trozo de arena que supusimos sería Ñandubaisal, y una cierta mancha lejana nos permitió hipotetizar que eso sería la chimenea de Unilever. Las condiciones climáticas tampoco se prestaban para una buena visibilidad, pero está clarísimo que la contaminación visual es inexistente por donde se lo mire.


Y aunque en la foto no se ve, a la izquierda de la misma, detrás de la punta que se ve sobre el río, aguas abajo espera Las Cañas, playa certificada como PLAYA NATURAL por el LATU y Quality Austria una de las mejores empresas internacionales de certificación de calidad.


(continuará en las Partes III y IV)




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miércoles, 30 de enero de 2008

Visita a Botnia (I)

Hubiera sido fácil encontrar hoy un título jocoso, habida cuenta la patética deformación que la prensa de Gualeguaychú está haciendo del incidente de ayer en Botnia. Habiendo estado dentro en el momento en que supuestamente "reventó un silo que contenía pasta de celulosa semilíquida y se derramó amenazando así llegar al Río Uruguay". Además, ya que la información de la siempre fidedigna Radio Máxima dice que "Personal de la empresa, además, les quitó los celulares a los camioneros para que no fotografíen lo que está ocurriendo en la planta, que en estos momentos no estaba produciendo debido a otro accidente ocurrido en la noche del lunes." podríamos haber aprovechado el hecho de que no me requisaron el celular a mí, ni las máquinas de fotos a los demás, ni siquiera la filmadora a Alejandro, como para actuar de "paparazzi" y recolectar jugosa información que vender a los medios de prensa.

Desgraciadamente nos tuvimos que conformar con sacar fotos comunes y corrientes, no percibir ninguna explosión, no tener que chapotear en celulosa semilíquida, ni siquiera (lo cual fue realmente de lo más irritante) poder percibir el dichoso olor. Así que dejemos que el Sr. Bahillo, Intendente de Gualeguaychú, que gaste el dinero de los contribuyentes en hacer análisis del río para detectar algo que nunca existió. Por si se lo preguntan, hubo un accidente que fue la rotura de un caño en la zona de blanqueo, nunca hubo ningún silo que reventara, no hubo un derrame de celulosa semilíquida sino lo normal cuando se rompe un caño, jamás hubo el menor peligro de que nada llegara al río y los nuevos análisis darán lo mismo de siempre, nada. Igual, no le quitemos las esperanzas a Don Juanjo de que Botnia algún día contamine.

Al llegar intercambiamos documentos por acreditaciones. No más casco blanco, innecesario y desaconsejado a menos que estemos en una obra en construcción. Alejandro en la imagen muestra orgulloso su acreditación de "prensa". Todos quisimos ser periodistas alguna vez en la vida, ahora lo fuimos por un rato. Periodistas sin fotógrados, las fotos para demostrar que estuvimos las sacamos nosotros mismos, así que sepan perdonar la calidad. Mientras esperábamos que nos vinieran a buscar a la puerta de entrada tuve la oportunidad de hablar con un par de fraybentinos y de saber qué piensan ellos del tema. En particular uno de ellos, que maneja una van para llevar y traer gente entre Fray Bentos y Botnia me contó también sobre su tarea extra de mantenimiento de los semáforos. Y ese fue un poco el sentimiento general que percibí. Gente que hace cosas para las que no se requiere extremada especialización y que antes no se hacían, simplemente porque ahora existe el "big monster". No me cabe duda del resultado que arrojaría una votación popular en Fray Bentos sobre si desean o no que Botnia se quede.

Al llegar a la entrada propiamente dicha y bajar de las van, primer testeo organléptico. Profunda inspiración y análisis. Hay olor. ¿Cómo describirlo? Olvídense de los huevos podridos, los zorrillos y el coliflor hervido. A mí me hace acordar a algunas cosas que he comido con frutos de mar. No es molesto para nada, uno tiene que hacer cierto esfuerzo para acordarse de percibirlo. Pasadas las puertas automáticas no queda ni traza del olorcito. Y en el hall aprovechamos a fotografiar a dos grandes entre los grandes, Don Jorge Balseiro y Don Mario Féliz. Ascensor y primera parada, el comedor, donde nos reciben con café y agua mineral, medialunas pequeñitas de jamón y queso, y mucha confraternidad.

Durante las siguientes dos horas y media al menos, nos expusieron sobre la tecnología de la fábrica tres de los cinco gerentes de Botnia, los Ing. Eugenio García (Gerente de Producción), Bruno Vuan (Gerente Técnico) y Gervasio González (Gerente de Medio Ambiente) con ocasionales intervenciones de Sami Saarela (Gerente General). Exposiciones sólidas y continuamente de ida y vuelta. Entre los presentes habían unos 20 Ingenieros Químicos y Doctores en Química, por lo que se ingresó en bastante detalle en los temas que en general más preocupan desde el punto de vista técnico, incluyendo emisiones, inmisiones, métodos de control, seguridad de los operarios. Esa parte la podemos dejar ahora un poco de lado, pero creo que la opinión fue bastante coincidente entre argentinos y uruguayos acerca de que no sólo no se oculta nada sino que efectivamente la planta está obteniendo registros ambientales excelentes. Las gráficas muestran que en varios casos los resultados son mejores y mucho mejores que los de las propias plantas finlandesas. El chiste de los oyentes fue que probablemente ahora empiecen a haber reclamos ambientales en Finlandia para que las plantas allá emitan tan poco como la de Fray Bentos.

Luego del almuerzo hicimos la recorrida de la planta. La primer parada fue el centro de control de la fábrica, donde lo que llama la atención, aparte de las decenas de monitores, es la juventud de los operarios, a ojo no creo que hubiera presente nadie mayor de 25 años. La sala está dividida en islas, donde se controlan todas las etapas de los procesos, tanto de la producción de celulosa en sí misma, como del tratamiento de efluentes gaseosos y líquidos, y la producción de químicos en la planta de Kemira. Ahí pudimos observar, por ejemplo, como pese a que la producción de celulosa estaba parada, las calderas auxiliares estaban trabajando para alimentar la planta de Kemira y la planta de tratamiento de efluentes líquidos, que seguían en actividad.






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martes, 22 de enero de 2008

Hic sunt Dracones...

 

Los cartógrafos medievales, enfrentados a realizar mapas de una tierra imperfectamente conocida y mayormente inexplorada, solían incluir en las partes que ignoraban la frase Hic sunt Dracones, aquí hay Dragones. Decoraban esos lugares con dibujos de imaginarios animales terroríficos, hombres con una sola pierna, grifos y otros monstruos fantásticos.

El significado era por supuesto obvio, en esos lugares desconocidos acechaban peligros no imaginados, de los cuales los navengantes debían precaverse.

Hoy día ya no creemos que hayan dragones en las inmensidades del mar o de la tierra. Pero de vez en cuando nos viene bien la imagen para ejemplificar otra cosa. Es el caso del Ing. Enrique Martínez, del INTI. El Instituto Nacional de Tecnología Industrial de la República Argentina es un prestigioso instituto del Gobierno argentino, que cumplió 50 años el año pasado. Como tal, debiera haber sido el encargado de llevar a cabo los estudios de la posible contaminación presuntamente causada por Botnia, de la misma forma que debería ser quien se encargara de la supervisión técnica de la contaminación de las industrias argentinas.

Como nuestro corresponsal Jorge nos recuerda en un comentario en el artículo anterior, el Ing. Martínez se había pronunciado ya hace tiempo sobre el problema de la presunta contaminación de esta y otras empresas similares. El 1 de Febrero de 2006, Página 12 publicaba un reportaje al Ing. Martínez, que titulaba con una frase del reporteado "El escándalo se originó por falta de información". Dice ese imperdible artículo:

Enrique Martínez, ingeniero y presidente del Instituto Nacional de Tecnología e Industria (INTI), describe el funcionamiento técnico de las papeleras y explica de qué manera, con un control claro del tratamiento de los efluentes, la contaminación que producen es irrelevante, no implica ninguna irrupción de productos perjudiciales en el ecosistema, y es un asunto menor al lado del gran asunto real: la desinformación de la gente.

¿Qué pasó en estos dos años? No lo sabemos, pero podemos presumir que perteneciendo a un organismo del Gobierno, al Ing. Martínez se le solicitó (amable o no amablemente) que no abriera más la boca. Lo cual es realmente una pena, porque el INTI tiene nada menos que una división de celulosa y papel, por lo que saben bien de lo que hablan. En la presentación dicen,

Este centro puso en marcha laboratorios propios para realizar determinaciones de control de calidad a empresas privadas ligadas de diversas maneras a la industria celulósica y/o papelera, tales como fabricantes de celulosa y/o papel, cajas, cartones, cartulinas, editoriales, imprentas, pañaleras, etc.

Es una pena entonces que no se les encargara a ellos el tratamiento técnico del problema. Resulta que ahora, una vez conocido el informe de Green Cross que comentamos en el artículo anterior, el Ing. Martínez se hartó. Y empezó a hablar de los dragones.

En una carta publicada hoy, 22 de Enero de 2008, que aparece en Argenpress, el Ing. Martínez hace comentarios sumamente duros sobre el proceso de estos dos últimos años. Como considero que la carta reviste inusitado interés, paso a transcribirla.

Botnia y los dragones
Por: Ing. Enrique M. Martínez (INTI)
Fecha publicación: 22/01/2008

En el día de ayer se ha difundido el primer informe sobre los posibles efectos contaminantes de la planta de Botnia sobre el ambiente argentino. Se trata de un informe de una ONG internacional (Green Cross), que aparentemente se concentra en el contenido de anhídrido sulfuroso en aire, del que se puede derivar la llamada lluvia ácida.

Hay varios elementos del episodio que nos obligan a emitir nuestra opinión, como uno de los organismos del Estado nacional vinculado con la promoción y supervisión de la producción industrial sustentable y responsable.

En primera medida, el tema de la lluvia ácida. Numerosos técnicos del país - incluyendo los del INTI - han señalado que es altamente improba
ble que esta cuestión se convierta alguna vez en un problema en Gualeguaychú. El alto contenido de azufre combinado en el aire es propio de áreas de producción siderúrgica o de combustión de carbón, con alta densidad industrial, de algunas zonas de Europa. A nadie debiera sorprender que en Ñandubaysal los tenores de anhídrido sulfuroso sean sólo el 8 por ciento del mínimo fijado por la Organización Mundial de la Salud como techo aceptable y muchísimo menos que lo fijado por organismos menos rigurosos. [1]

Quien presentó este trabajo como forma de desmentir toda contaminación [2], en este caso, hace una trampa intelectual al referirse a un parámetro que no es crítico, aunque lo hace apoyada en irresponsables declaraciones de funcionarios públicos, incluyendo un ex gobernador y un ex canciller, que hablaron en su momento de la lluvia ácida desde la más supina ignorancia [3]. Tal vez el informe podría haber agregado que no se detectó un aumento en la presencia de dragones en la zona.

Los verdaderos parámetros a seguir son las dioxinas en aire y en agua, así como la variación de nitratos y fosfatos en el agua. Sobre esto no parecen haberse difundido datos. Si eso es así, el material dado a conocer no sirve para gran cosa. [4]

En segundo término, el camino elegido de referenciarse en una ONG cuyo prestigio en el tema ambiental se basa, curiosamente, en que es au
spiciada por el ex premier ruso Mikhail Gorbachov, llevará seguramente al desfile de consultoras internacionales de todo pelaje, suministrando información no creíble más que para quien la contrata. [5]

Hay demasiadas experiencias mundiales de la certificación de temas críticos llevadas a cabo por entidades de parte, como para no advertir que esto será ruido sobre ruido.

Entidades de Gualeguaychú han encargado sus propios estudios; la Secretaría de Medio Ambiente parece haber encargado también l
os suyos [6]. En el actual estadio de controversia pública tan aguda sobre esta cuestión, ¿qué harán esos ámbitos con sus respectivos informes, si ellos contradicen prejuiciosas conclusiones emitidas por anticipado? ¿Quién los admitirá como válidos si coinciden con aquellos prejuicios?

Creo que todos hemos puesto algún granito de arena para construir un laberinto con numerosas salidas falsas.

Llegados a este punto y con la planta de Botnia en funcionamiento nos permitimos reiterar una propuesta que formulamos hace casi dos años y que creemos que hoy es aún más válida que entonces: Se debe encargar la auditoría completa y el monitoreo de todo efecto de esta planta sobre el ambiente a un grupo técnico binacional - si es posible trinacional, sumando a entidades de Brasil- que tenga transparencia técnica, independencia política y potestad plena para medir, evaluar y hacer todas las recomendaciones necesarias. En la Argentina hay numerosos ámbitos de ciencia y técnica y de universidades que pueden aportar una mirada solvente. También los hay en Uruguay, con algunos de los cuales, el INTI mantiene fraternales y productivos vínculos en varios temas. [7]

Me adelanto a señalar que esta reiteración nuestra puede aparecer como inocente, frente a las tensiones generadas en todo este tiempo. Muy respetables colegas nos lo han señalado. Sin embargo, creo que las verdades simples suelen
ser las más efectivas, sobre todo en los momentos de mayor crisis. Nada que se diga o haga será útil en este contexto si no decidimos, de verdad, creer en ámbitos públicos de nuestras propias comunidades. De paso que se los pueda convocar, se les daría una entidad social que es imprescindible. Necesitamos que los temas del ambiente en Gualeguaychú y en muchos otros lugares del país; de la basura del conurbano; de la minería en las comunidades cordilleranas; de la eficiencia energética; del ordenamiento territorial, usos del suelo y producción de alimentos; esto es: los temas que es imposible que el mercado resuelva, reciban una mirada técnica comprometida, profunda y respetada por toda la sociedad. [8] Es posible. Será la mejor manera de honrar en términos prácticos la valiosa decisión de pensar que un Ministerio de Ciencia y Tecnología integre el Gobierno Nacional. [9]




Esta carta es muy compartible en la mayoría de sus puntos. Me permito hacerle algunas observaciones, en los lugares donde incluí números en corchetes.

[1] Si bien esto es nominalmente cierto, también es cierto que lo que hizo Green Cross lo hizo para confirmar o descartar que los gases emitidos por Botnia llegaran a Gualeguaychú, eligiendo Ñandubaysal por estar 20 km más cerca de Botnia que la propia ciudad.

[2] Green Cross no presentó el informe como forma de desmentir toda contaminación, auqnue puede que así haya sido presentado por la prensa. Por el contrario, el reportaje que vinculamos en el artículo anterior muestra que la organización hizo un uso responsable de la información.

[3] El parámetro no es crítico dado que siempre se supo que las emisiones iban a estar controladas y nunca llegarían a Gualeguaychú ni serían un problema de acuerdo a los estudios previos. Pero sí es cierto que la supina ignorancia en estos temas de Bielsa y Busti (en palabras del Ing. Martínez) convirtieron esto en un caballito de batalla. No debe olvidarse también que el hecho de que no haya variación apreciable en el SO2 implica también que no hay variación apreciable en los TRS y por tanto que no puede haber olor a Botnia en Ñandubaysal, cosa corroborada por la excelente temporada turística que están teniendo "ahorita nomás".

[4] Mantener hoy en día que para este proceso es necesario medir dioxinas en agua es "overkill" dado que no se hace más que de tanto en tanto en los países industrializados. No obstante, las dioxinas son medidas por el LATU en Uruguay. Cierto es que es posible que un objetivo adicional del Ing. Martínez sea obtener fondos (visto lo fácil que le resultó a Picolotti conseguir 5 millones) para comprar equipamiento que le permita controlar a las industrias argentinas. El material dado a conocer sirve para constatar que las sustancias químicas despedidas por la chimenea de Botnia llegan a Ñandubaysal en concentración totalmente despreciable y, por consiguiente, no afectan ni a la salud ni al turismo de los vecinos allende el río.

[5] De acuerdo a la propia ONG nadie la contrató, sino que fue invitada por el Gobierno argentino al aceptar la oferta que el propio Gorbachov realizara y que el Gobierno uruguayo rechazó. De acuerdo a sus directivos, todo el estudio fue pago con sus propios fondos.

[6] Palo para Picolotti.

[7] ¡Excelente! Una gran propuesta, algo que Uruguay viene ofreciendo desde hace el mismo tiempo. Ahora si, si vamos a hacer esto, ¿no sería razonable que se aplicara a todas las industrias instaladas en los tres países que de alguna forma puedan afectar a los otros? ¿Es el problema la posible contaminación, o el problema es exclusivamente la eventual contaminación de Botnia? Food for thought.

[8] Nuevamente, ¡excelente! Para eso es que deberíamos estar los técnicos que trabajamos para los Estados. Deberíamos ser aquellos en los que tanto los Gobiernos como los ciudadanos confiaran para resolver teniendo en cuenta el interés público los problemas que nos afectan a todos. Bravo por el Ing. Martínez, lo expresa perfectamente.

[9] Uno de los grandes y silenciosos pasos del Gobierno argentino actual. El Gobierno de la Sra. Fernández instauró el Ministerio de Ciencia, algo que Uruguay no tiene, y puso al frente del mismo a un excelente y destacadísimo científico, lo que honra la visión a largo plazo que en este caso tuvo Argentina, y que en otros casos no exhibió.






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domingo, 20 de enero de 2008

Glasnost y Perestroika

 
Transparencia y reforma fueron los dos términos que dieron vuelta al mundo durante el gobierno de Mikhail Gorbachev, el político que se animó a acabar con la utopía de la U.R.S.S. y para bien o para mal permitió que la historia siguiera sus tumbos sin la mordaza del régimen comunista, hoy prácticamente relegado a libros de historia.

En Historias de Dos Orillas allá por el 27 de Noviembre del 2007, relatábamos que la organización que en lo internacional está presidida hoy por el Sr. Gorbachev, Green Cross, tiene un capítulo argentino que a su coste está midiendo la concentración de SO2 en el aire del Balneario Ñandubaysal. Decíamos allí:

Green Cross tiene un capítulo argentino dedicado a recopilar datos sobre Gualeguaychú y declara: "Con el objetivo de contar con información totalmente imparcial, Green Cross, ha puesto su propio equipamiento para medir gases TRS en Gualeguaychú y así tener información de base de primera mano que se podrá contrastar con otras mediciones que se tomen en el lugar." En la página dedicada a ese fin se puede encontrar un informe detallado de la concentración observada de SO2 en Gualeguaychú en el mes de Octubre. Como ya sabemos, el dióxido de azufre es uno de los contaminantes producidos en la planta de Botnia, así como en las otras numerosas industrias ya establecidas en Gualeguaychú.

Hoy apareció en los diarios nacionales argentinos la siguiente noticia:
La producción de Botnia no causó daño ambiental en Gualeguaychú
Lanacion.com (Argentina) - hace 10 horas
El aparato de medición de Green Cross se instaló en el balneario de Ñandubaysal, ubicado a 12 kilómetros en línea recta frente a la pastera. ...

Botnia no contamina el aire de Gualeguaychú InfoBAE.com - hace 7 horas Green Cross es una entidad que a nivel mundial preside el ex premier ruso Mikhail Gorvachov. Según la presidente de la sede local, Marisa Arienza, ...
Se trata ni más ni menos que del ansiado informe comparativo de la pureza del aire en Ñandubaysal, antes y después de la puesta en marcha de la pastera. Gracias a nuestros amigos del ICI de Mercedes, tenemos la posibilidad de poner a disposición ese reporte, y a continuación resumir las conclusiones para quien no quiera leerlo completo. Los datos registrados se muestran en la figura debajo.



Lo más importante a destacar es la conclusión: el promedio de concentración de SO2 en 24 horas (determinante de la eventual contaminación atmosférica) antes de la puesta en marcha de Botnia era de 0.446 ppb, mientras que después de la puesta en marcha de Botnia fue 0.449 ppb, es decir, un incremento de menos del 0.7% que, además, no es estadísticamente significativo. Más aún, el máximo valor de concentración, anterior a la puesta en marcha, 0.707 ppb, fue mayor que el ximo valor después de la puesta en marcha, 0.661 ppb. Tanto para los promedios como para los máximos, antes o después de la puesta en funcionamiento de Botnia, los valores son más de 140 veces menores que los límites aceptados en la ciudad de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires o la EPA de Estados Unidos, más de 48 veces menores que los límites de la Unión Europea y más de 8 veces menores que los límites impuestos por la OMS. En otras palabras, no hay ni siquiera la sospecha de una posible contaminación por la puesta en marcha y la operación subsiguiente de la pastera Botnia.

Es importante señalar que no ha habido ningún fallo de los instrumentos. En la figura que se muestra a la izquierda se ve la distribución porcentual de concentraciones de SO2 observadas antes y después de la puesta en funcionamiento de Botnia (clickear en la imagen para ver el gif animado comparando ambas gráficas). La forma en que se deben leer esas gráficas es así: cada barra indica el porcentaje de veces que se observó un valor de concentración correspondiente a los límites que se indican en el eje. Se observa que luego de la puesta en funcionamiento de Botnia hay un corrimiento de las concentraciones hacia valores superiores (por ejemplo, antes del funcionamiento no se registraron concentraciones en el rango 1.3-1.4 ppb, mientras que después del funcionamiento sí se las registraron en el 0.5% de los casos). Nótese que la gráfica se "estira" hacia la derecha, lo que implica que sí hay más SO2 en el aire de Gualeguaychú de lo que había antes de la puesta en funcionamiento de Botnia. Ese incremente existe, pero es tan leve (menos del 0.7% en promedio) que no implica ningún inconveniente de ningún tipo a nadie, siendo los máximos estadísticamente significativos observados del orden del 9% del límite impuesto por la reglamentación más exigente de todas, la de la OMS.

Una segunda indicación de que los instrumentos son lo suficientemente sensibles como para registrar efectivamente la puesta en funcionamiento de Botnia, lo da el hecho de que la rosa de concentraciones que se muestra en la figura a la derecha muestra una variación entre el "antes" y el "después" que desplaza ligeramente la zona de mayor concentración, del sudoeste de Gualeguaychú hacia el sudeste (clickear en la imagen para ver el gif animado comparando ambas gráficas). Recordemos que la fábrica se encuentra al noreste de Gualeguaychú, por lo que puede concluirse que dicha modificación es producto de la puesta en marcha de Botnia.

Como conclusión, entonces, se observa un promedio de 0.46 ppb, con máximos estadísticamente significativos de 0.7 ppb, cuando lo permitido por la más exigente de las reglamentaciones sería 8.0 ppb. A esos efectos -y para comparar con la contaminación producida por los a
utos- tenemos las palabras de Guillermo Jorge, el director ejecutivo de Green Cross, según el artículo de La Nación, antes citado

La OMS fija el estándar más riguroso del mundo: 8 ppb por 24 horas de exposición. Eso significa que la cantidad de dióxido de azufre hallado por el monitoreo de Green Cross en Gualeguaychú es apenas un 8,26 por ciento de ese límite permitido. La ciudad de Buenos Aires y los Estados Unidos permiten una concentración de hasta 140 ppb en el aire. "Con este mismo equipo, midiendo en los peajes de las autopistas, daría entre 14 y 15 ppb, y en el centro porteño puede dar 7 u 8 ppb", ejemplificó Jorge.


LQQD.

sábado, 19 de enero de 2008

Cuando el río suena, agua lleva

 
La expresión del título, o alguna variante de la misma, le debe ser harto conocida a los que como yo supieron vivir su infancia en algún barrio en los suburbios de la gran ciudad o en algún pueblo relativamente pequeño.

Sin piedad ni misericordia, la tal expresión era usada por las comadres entradas en años -y no tanto- para referirse a la moral de alguna señora o señorita del barrio que no concitaba las simpatías de esas amargas catones de batones floreados. Usualmente esa falta de simpatía era proporcional a la cantidad de miradas que las susodichas atraían de parte de los señores del barrio, que se ocultaban detrás del diario o las pudorosas celosías para atisbar los movimientos náuticos de las turgencias femeninas que excitaban el veloz movimiento de las lenguas viperinas de las señoras respetables. Nosotros entretanto intuíamos que había más estética epicúrea en la difamada que en las difamantes, pero aún tendrían que pasar unos años para comprobar que efectivamente teníamos toda la razón en pensar así.

Pero, bueno, acá se trata de otros ríos y otras aguas. En el artículo anterior se suscitó una interesantísima discusión acerca del caudal del río Gualeguaychú, con varias intervenciones técnicas de un corresponsal anónimo que aportó información sumamente valiosa. Voy a rescatar acá esa información para refrasearla de manera que se entienda cristalinamente el argumento.

En el artículo Fiat Lux! mantuve que el vertido de sustancias químicas potencialmente contaminantes del río Gualeguaychú en el Uruguay era similar al que hacía Botnia. Para ello usé un caudal medio de 4.4 m3/s para el río Gualeguaychú, que obtuve de promediar los valores en un documento oficial de Entre Ríos. En el artículo anterior a éste, La Verdá de la Milanesa, hay un primer comentario el 17/1/08 a las 21:07 de un anónimo veraneante en La Paloma, que señala que si uno se fija en los valores para el río Gualeguay o para el río Negro, se obtiene un valor de caudal de 1 m3/s por cada 100 km2 de cuenca, y que esos valores son actualmente del orden de un 20% a 30% mayores debido al cambio climático. Obteniendo de este trabajo el valor de 7.513 km2 para la cuenca del Gualeguaychú en la desembocadura, obtendríamos un caudal de unos 75 a 98 m3/s. Nuestro corresponsal se inclina por pensar que debe andar en unos 100 m3/s, pero conservemos el rango anterior como un primer dato.

El 18/1/08, nuestro Anónimo vacacionista, cansado ahora de surfear, vuelve al ataque y nos da más información interesante. En este artículo encuentra la siguiente información:

Respecto a la escorrentía, sólo se dispone de mediciones de caudal en una estación de aforo en el Río Gualeguaychú y otra en el Arroyo Yuquerí Grande, con el agravante de que el lapso registrado abarca solamente 4 años (1993/96). Adoptando los resultados de ambas estaciones, pero sin perder de vista las limitaciones expresadas, se puede asumir preliminarmente un índice de escorrentía orden del 15% de la lluvia.

lo que deja en claro un par de cosas. Por un lado, que del río Gualeguaychú se tienen datos sólo de una estación de aforo que no es en la ciudad (ya hablaremos de ella más adelante). Y por otro que podemos calcular un caudal aproximado en base al porcentaje de precipitación que va al curso de agua y a la superficie de la cuenca. Este cálculo, realizado por nuestro corresponsal, da 40 m3/s, por debajo del rango que había estimado con el método anterior. Conservémoslo como segundo dato, aún cuando de acuerdo a este artículo, se ve que se ha recurrido a modelos para estimar la correlación caudal-nivel. Una estimación revisada de la escorrentía nos la da nuestro corresponsal el 19/1/08, considerando las cuencas de dos ríos análogos, el Queguay y el San Salvador. Para ello usa un estudio de la Unesco que da valores de escorrentía de 33%, el doble que lo determinado en el estudio anterior en forma aproximada. Si se usa ese valor de escorrentía para el río Gualeguaychú, se obtiene un valor de caudal para la descarga en el río Uruguay de 89 m3/s y si se usan los caudales específicos en l/s/km2 un valor de 99 m3/s. Ambos valores en la región superior del rango. El corresponsal nos recomienda también un artículo para ver como se hace el aforo, de lo que hablaremos después. A lo que yo agregué la información contenida en el estudio de la IFC, donde el Dr. Ing. Piedracueva, que considera un caudal de 120 m3/s en la desembocadura. Finalmente hoy a las 8:26, empleando esos 120 m3/s y la superficie de la cuenca a la altura de la ciudad de Gualeguaychú, tomada de acá, deduce que el valor del caudal en la ciudad de Gualeguaychú debería ser unos 109 m3/s. Descartando el valor de 40 m3/s para el caudal en la desembocadura, que luce como muy poco probable, vemos que tenemos un rango de 75-120 m3/s en la desembocadura, correspondiente a un rango de 68-109 m3/s a la altura de la ciudad de Gualeguaychú.

Veamos ahora el problema desde otro punto de vista. El único aforo existente para el río Gualeguaychú está tomado en el puente donde la Ruta Provincial 39 cruza el río. Mi primer problema fue identificar esta ruta. Para ello usé los mapas que se muestran más arriba, que me permiten afirmar que la RP39 es la que corre entre Basavilvaso y Concepción del Uruguay. Consiguientemente, lo siguiente que hice fue identificar el cruce de la ruta con el río y eso se muestra en esta foto de Google.



El cruce de la ruta con el río está claramente identificado y se puede ampliar bastante, como para permitirnos realizar algunas medidas aproximadas. En la foto siguiente se muestra una medida aproximada del ancho de la carretera y del ancho del río en el lugar donde se hicieron las mediciones reportadas.




Como se ve, el río ahí tiene unos 13.5 m de ancho. ¿Cómo se compara esto con el ancho del río donde se hicieron las mediciones? Podemos considerar dos de los puntos del informe entrerriano, uno el lugar donde el Gualeguay se une con el Gualeguaychú y otro el Club de Pescadores. Las medidas con Google nos dan 167.7 y 153.7 m respectivamente. A la izquierda se muestra el mapa de la zona donde se une el Arroyo Gualeguay. Se ve que el ancho del río depende mucho de el punto exacto donde se tome la medida, dado que es un trapezoide. Prefiero entonces usar el número menor, el del Club de Pescadores, que es mucho más preciso.

Comparando los números se ve que el río es mucho más ancho en Gualeguaychú que lo que es en la estación de aforo, lo que explica entonces el valor tan bajo de caudal medido. La comparación gráfica se ve en la figura de la derecha, donde está inserto el cruce del puente de la RP39 con el río sobre la foto de Google Earth de la zona del Club de Pescadores. La diferencia es evidente.

Si asumimos ahora la razonable hipótesis de que hay una correlación lineal entre la anchura del río en esos dos puntos y los caudales, tendremos que el caudal en Gualaguaychú vendrá dado por

caudal en G = (153.7m/13.5m)*6.51 m3/s = 74 m3/s

un valor concordante con el rango estimado por nuestro corresponsal usando métodos independientes. El caudal a la desembocadura sería entonces

caudal en boca = (7513 km2/6840 km2) * 74 m3/s = 81 m3/s

en el rango inferior calculado por nuestro corresponsal. Si usamos ahora los datos calculados por mí sobre estas líneas y los datos de DBO, DQO, etc, medidos oficialmente por Gualeguaychú en la playa del Club de Pescadores y los convertimos apropiadamente para compararlos con los de Botnia -ver como se hace eso en el artículo Fiat Lux!-, tenemos esta Tabla.


Lo que se ve allí es que el río Gualeguaychú vierte entonces al río Uruguay 17 veces más DBO, 5 veces más DQO y 159 veces más nitrógeno que Botnia, por un lado, y que las concentraciones de ambas fuentes emisoras sumadas no contaminan al río Uruguay, por su gran caudal aún en tiempo de estiaje. Sin embargo, si adoptáramos el lenguaje tan en boga en ciertos ámbitos, deberíamos concluir que Gualeguaychú "contamina" el río Uruguay varias veces más que Botnia.

Finalmente, unas pocas palabras respecto al significado de los análisis realizados por Gualeguaychú. Me parece excelente que los hayan hecho, me parece loable que los sigan realizando y creo que se les debería sugerir algunas mejoras.

En primer lugar, la frecuencia con la que deben realizarse los análisis. Principalmente por el tema de los coliformes fecales, los análisis deben reiterarse varias veces durante la temporada. Uruguay realiza el testeo de playas semanalmente, lo que puede verse entrando en el sitio de la Dinama en este lugar (por alguna razón, no siempre funciona).

En segundo lugar, que debería incluirse la boca del río Gualeguaychú -como antiguamente lo hacía la CARU- o al menos algún lugar río abajo una vez pasado el Arroyo del Cura. en efecto, como se ve en la infografía a la derecha, todos los balnearios testeados están río arriba del punto de vertido de los efluentes cloacales tratados, por lo que no hay ningún dato que nos permita concluir que la planta de tratamiento de efluentes cloacales está realizando correctamente su trabajo. Lo que se registra a la altura de Gualeguaychú, con los análisis propios, es entonces los compuestos potencialmente contaminantes escapados del PIG, de la agricultura y de las conexiones cloacales clandestinas.







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