lunes, 15 de octubre de 2007

Demonios de Tasmania y Surubíes (I)


Una coincidencia temporal nos está ofreciendo la posibilidad de comparar dos procesos de instalación de plantas de producción de pasta de celulosa que son resistidas por comunidades civiles y de científicos, profesionales y ecologistas en dos regiones del mundo muy distantes entre sí: el litoral del Río Uruguay, frontera natural entre Argentina y Uruguay, y el Valle de Tamar en la isla de Tasmania, en Australia.

La foto a la izquierda, tomada de un artículo reciente del diario argentino La Nación, muestra una marcha de habitantes de la Provincia de Entre Ríos en Argentina, sobre el puente que une esta región con el Departamento de Río Negro, en Uruguay, donde se ha terminado de construir la pastera de la empresa Metsa-Botnia, que se observa al fondo.

La segunda fotografía, a la derecha, tomada de un artículo reciente del diario británico Daily Telegraph, muestra una protesta de grupos ambientalistas en Australia, que se oponen a la construcción y funcionamiento de una pastera de la compañía Gunns Ltd. en el valle Tamar, en la isla de Tasmania, en Australia. La lectura de los argumentos esgrimidos por unos y otros proponentes y oponentes guardan tanto parecido, que es una ocasión poco frecuente para estudiar en forma comparada ambos procesos.

1. Descripción de los proyectos (Botnia)

La planta de producción de celulosa de Metsa-Botnia (de aquí en adelante, la llamaremos pastera Botnia) es un proyecto que arrancó en 2004, con la presentación del estudio de impacto socio- económico de la futura pastera y la presentación de su primes estudio de impacto ambiental (EIA) que fue analizado por la División Nacional de Medio Ambiente (DINAMA), autoridad pertinente en Uruguay, país en el cual esta pastera se está instalando. Los técnicos de la Dinama produjeron un informe técnico, con sucesivos anexos ampliatorios de información (1, 2, 3, 4, 5), en base a los cuales se concedió la autorización ambiental previa al emprendimiento en Febrero de 2005. La compañía solicitó un préstamo al Banco Mundial, en cuyo sitio puede observarse el proceso de comunicaciones y audiencias referidos a este emprensimiento. El EIA inicial de Botnia sometido al Banco Mundial fue sometido al escrutiniio y a críticas por falta de consideración de impacto acumulativo transfronterizo, dado que una segunda pastera, de la compañía española ENCE, pensaba instalarse en las cercanías (posteriormente movió su proyecto algunos cientos de kilómetros río abajo). La consultora Malcolm-Pirnie fue la encargada de elaborar el primer borrador de impacto acumulativo de ambas pasteras, que fue luego sometido a consulta pública en dos audiencias, una en Montevideo (Uruguay) y otra en Buenas Aires (Argentina) además de dejarse disponible públicamente en un sitio web para su análisis, lo que dió lugar a un conjunto de comentarios, preguntas y objecciones, mayormente de los oponentes a la planta, no de la gente que estaba a favor de la instalación. En función de las opiniones negativas recogidas, el Banco Mundial contrató otra consultora de renombre (Consultora Hatfield, expertos canadienses) para que analizaran el EIA preliminar, a la luz de dichas objecciones. Los expertos presentaron un informe para el Banco Mundial señalando puntos técnicamente objetables y carencias en la información solicitada. Este informe fue sometido a la consideración de la Dinama que panteó su conformidad con las conclusiones, señalando que dicha información ya había sido solicitada a la empresa (Informe, Anexo 1, Anexo 2) y que de esa información había resultado una modificación importante del EIA. Por su parte, el Banco Mundial contrató una tercera consultora, EcoMetrix, que revisó el EIA original, en especial los puntos en que se habían señalado objecciones, produciendo un nuevo informe, que pasó nuevamente a evaluación de los expertos de la Consultora Hatfield, quienes dieron su acuerdo final. En base a estas consideraciones, el préstamo solicitado fue concedido, la construcción de la pastera procedió de acuerdo a lo planeado, y hoy se encuentra completamente preparada para la producción de celulosa, aguardando únicamente la concesión del permiso final de operación por parte del gobierno uruguayo (ver por ejemplo acá o acá).

2. Descripción de los entornos (Litoral uruguayo)

De la misma forma en que hay similitudes marcadas en los caminos recorridos para la instalación de las pasteras en Fray Bentos y Tasmania, hay también ciertos parecidos entre los entornos naturales sobre los que se instalarán las mismas. La planta de Fray Bentos se instalará sobre el río Uruguay), de unos 1600 km de longitud, que en condiciones normales tiene un caudal de más de 4.500 m3/s. Tiene parajes muy bonitos y es famoso por las espectaculares fotos de los atardeceres que se registran casi sin esfuerzo. El río es particularmente apto para la navegación deportiva y forma parte de la hidrovía que conecta los cuatro países miembros plenos del Mercosur. El lugar elegido para la instalación de la planta de Botnia es en un paraje distante 5 km de la ciudad uruguaya de Fray Bentos, donde el río que corre el la dirección general Norte-Sur hace un hombro corriendo de Este a Oeste para luego doblar nuevamente y retomar la dirección original. En la zona de influencia de la pastera se encuentra la ciudad de Fray Bentos (Uy, a 5 km), la ciudad de Gualeguaychú (Ar, a 32 km), el balneario público uruguayo de Las Cañas (a 7 km) y el argentino privado de Ñandubaysal (a 13 km). Una observación detallada del mapa de Google Earth adjunto muestra los vertidos del río Gualeguaychú (debido a que en él se desechan las aguas servidas e industriales de la ciudad de Gualeguaychú), la afectación que ellas hacen de la zona del balneario Ñandubaysal, y el mucho menor vertido de la ciudad de Fray Bentos (unas 15 veces menos población). Se aprecia claramente como los vertidos se arrastran sobre las respectivas costas, para lo que la isla en medio del río juega un papel importante. El puente que conecta ambas orillas se aprecia también en la figura.

3. Descripción de los oponentes a las pasteras (la ACAG)

El conflicto entre Argentina y Uruguay por las (en este momento la) plantas de celulosa, tiene sus raíces en el año 2003. Hasta ese momento, sólo del lado uruguayo había habido oposición hacia la instalación de las plantas de celulosa, principalmente por parte del en ese entonces opositor Frente Amplio, de la central sindical PIT-CNT y de los grupos ecologistas Guayubirá y Greenpeace. En 2003, los grupos uruguayos convencen a los argentinos de Gualeguaychú de unirse a las protestas y unas 2.500 personas de ambos países se reúnen en Setiembre de 2003 y dan a conocer la Declaración de Gualecuaychú. En ese entonces ese grupo de personas se oponían a los EIA conocidos, empleando críticas que luego fueron formuladas específicamente por la Dinama y recogidas en los sucesivos informes, y también se oponían a un modelo de país, según ellos tendiente a la exclusión social, la concentración de la riqueza en pocas manos, la extranjerización y desertificación de la tierra y otros aspectos antiglobalización y anticapitalismo. La participación uruguaya en tales manifestaciones cesó abruptamente con la llegada del Frenta Amplio al gobierno, el apoyo explícito del Presidente Tabaré Vázquez a los emprendimientos, y el consiguiente viraje de la opinión pública que acompañaba al hasta entonces opositor partido. Dado que los partidos tradicionales apoyaban el emprendimiento, súbitamente los grupos que se oponían a estos emprendimientos quedaron en franca minoría en Uruguay, circunscribiéndose en la actualidad a grupúsculos de izquierda y movimientos sociales de escasísima representación. En Enero de 2006 el 60% de los uruguayos apoyaban la instalación de las plantas, mientras que en Junio del 2006 ese porcentaje había subido al 80%. En Abril del 2005 una multitud estimada en 40.000 personas protestó en el puente internacional contra la instalación de las plantas de celulosa. Fue una de las últimas veces que el PIT-CNT apoyó esas protestas. A partir de ese momento, la oposición pasó a estar concentrada casi sólo en la autodenominada Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú (ACAG). La metodología de oposición de la ACAG ha sido altamente mediática (con el apoyo de figuras del Carnaval como la ex-reina Evangelina Carrozzo), ha concitado el apoyo de ONGs de derechos humanos y ambientalistas (como Greenpeace o CEDHA, cuya ex-Presidenta, la Dra. Romina Picolotti es hoy la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Argentina, y el Premio Nóbel Pérez-Esquivel), y ha recibido el apoyo explícito de los estamentos políticos regionales y nacionales de la Argentina (como el Gobernador de Entre Ríos Dr.Jorge Busti, quien en 1996 había negociado la instalación de pasteras en su propia provincia, o el Presidente de la República Argentina Dr. Néstor Kirchner, en cuyo país existen una decena de pasteras que emplean tecnología obsoleta y son altamente contaminantes). Además de un conjunto de declaraciones generalmente disparatadas hechas por sus miembros y gente que les apoya, la ACAG se ha caracterizado por una metodología ilegal fuertemente agresiva hacia Uruguay que ha consistido en cortar los puentes internacionales que unen Argentina con Uruguay, en el caso de uno de ellos ya por 10 meses ininterrumpidos (en los otros puentes el corte ha sido mantenido por poquísimas personas, como lo muestra la foto adjunta del puente en Colón). Pese a que Argentina fue declarada culpable de incumplir el Tratado del Mercosur por parte de un Tribunal Ad Hoc del mismo, dicho país no ha tomado ninguna acción para hacer desistir del corte a sus ciudadanos. Por otra parte, la campaña mediática en contra de la instalación de las pasteras en Uruguay por parte de ciertos estamentos sociales y políticos de Argentina ha transitado por etapas muy sucias, empleando la mentira (como en la foto trucada publicada por el diario La Nación, donde parece que la planta estuviera a pocos metros de los bañistas, cuando la realidad mostrada en la foto inferior es muy diferente), la difamación (como en los afiches que se adjuntan que aparecieron un día empapelando Buenos Aires) y la intimidación a los propios miembros de la Asamblea que se dieron cuenta de la falsedad de las posiciones sustentadas (como el caso del Ing. Rubio) o de ciudadanos de Gualeguaychú que no acompañan esas posiciones y tienen la valentía de decirlo (como el Técnico Fazzio). En ambos casos sus casas fueron pintadas con leyendas insultantes y fueron amenazados telefónicamente para que callaran sus voces de oposición. Estas últimas fotos están tomadas de sitios de oposición a la ACAG, como el de Alejandro Villaverde (Vamos a Andar) o el de Antonio Giossa (Bustismos).


(continuará...)







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