sábado, 13 de octubre de 2007

Ciudadanos informados, decisiones responsables y desarrollo inteligente

La sociedad moderna funciona –o debería hacerlo, al menos– en base a las decisiones tomadas por la mayoría de sus ciudadanos. Ellas pueden ser casi totalmente libres, fruto de elaboración intelectual informada y mayormente objetiva, o estar condicionadas por factores tales como la propaganda, la manipulación, las creencias, los valores personales, los prejuicios, la presión social, la educación y la mayor o menor posibilidad de recibir información completa y no sesgada sobre los temas en que los ciudadanos tienen que comprometer su opinión.

Esta serie de artículos, escritos por los integrantes de un equipo de ciudadanos de distinta extracción y preparación, busca abordar temas de actualidad que involucran problemas difíciles y que pocas veces se reportan con propiedad en la prensa escrita o televisiva, fuente general de información y conocimiento para la mayor parte de la sociedad.

Los temas son diversos, pero el leit motiv es siempre el desarrollo sustentable o, como más adelante propondremos llamarlo, el desarrollo inteligente responsable. El concepto de desarrollo sustentable fue introducido en 1987 en un reporte de la así llamada Comisión Brundland [1] que se resume en la frase:

“Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”

Eso implica conservar los recursos naturales no renovables o, mejor dicho, conservar el equilibrio que permite que esos recursos sigan siendo aprovechables una y otra vez, para las generaciones futuras. Implica también el empleo responsable de esos recursos para el avance de nuestra propia generación, nuestro progreso económico y social y el aumento de nuestra calidad de vida, sin comprometer la viabilidad del futuro de nuestros hijos y sin expoliar los ecosistemas.

Contrariamente a la postura ecologista –que no debe confundirse con la ecológica– que es en definitiva una postura conservadora, inmovilista e incapaz de permitir el desarrollo y una buena calidad de vida para miles de millones de personas, que postula el no uso de los recursos naturales, mantener el ambiente en una condición prístina que en realidad nunca tuvo y que es una definición voluntarista de los proponentes, la corriente de pensamiento por un desarrollo sustentable o sostenible aboga por el empleo de la naturaleza para servir al hombre de hoy, pero permitiendo que las modificaciones necesarias para ello sean asimilables por el ambiente, de forma que el nuevo equilibrio que se alcance sea armónico y beneficioso para la Humanidad presente y futura.

Lamentablemente, el término “desarrollo sustentable” (DS) ha sido bastardeado al asociárselo casi exclusivamente con la posición ecologista. Para este punto de vista, DS involucra crecimiento cero y aplicación literal del principio de precaución, que implica no realizar ninguna actividad productiva mientras no se demuestre fehacientemente que ésta no es dañina, en lugar de realizarlas mientras no existan dudas razonables de que lo sean.

En otras palabras, desde el punto de vista ecologista el DS (llamémosle DSE) no implica desarrollo y sólo es sustentable en la medida que se crea que el equilibrio existente al momento cero en que se lo empieza a aplicar es un equilibrio estable. De hecho, el DSE es una contradicción en los términos, dado que busca una involución desde la sociedad tecnológica actual hacia una más primitiva en que la mayoría de los procesos industriales que sustentan nuestro confort y nuestra salud no podrían realizarse. Y donde, consecuentemente, sólo una fracción del total actual de seres humanos podría vivir.

Es sin duda totalmente cierto que la civilización desde tiempos primitivos, y con mayor énfasis nuestra civilización tecnológica, ha expoliado el ambiente antes de reaccionar y convencerse de que estamos todos en el mismo barco, sin posibilidad de abandonarlo y tomar otro el día en que éste esté ya demasiado estropeado para navegar. Pero no debemos olvidar que la calidad de vida de nuestros días es infinitamente superior a la de no tantos años atrás. No por la calidad de los electrodomésticos o la posibilidad de adquirir frutas exóticas en el supermercado en cualquier época del año, sino por logros básicos para el bienestar social que se dieron en el siglo pasado. En un breve racconto señalemos los siguientes aspectos

El promedio de esperanza de vida al nacer pasó de 48 años en 1955 a 67 en 2005 [2] y la dispersión entre la esperanza de vida entre países desarrollados y no desarrollados se redujo a la mitad o menos [3] (ver Fig. 1).

La mortalidad infantil disminuyó a la mitad entre 1960 y 1990 [4]. En 1960 moría uno de cada 5 niños nacidos vivos, en 1990 uno de cada 10, aunque la velocidad de decrecimiento de la mortalidad infantil no es aún satisfactoria (ver Fig. 2). Entre 1980 y 1998 los países de altos ingresos e ingresos medios infantil en un 50%, mientras que los países de bajos ingresos lo hicieron en un 30% [2]. La probabilidad de muerte para un niño menor de 5 años es en promedio 10 veces mayor en un país de bajos ingresos que en uno de altos ingresos (ver Fig. 3).

La desnutrición medida por el porcentaje de niños menores de 5 años con bajo peso [5], se ha reducido globalmente de un 25% en 1995 a un 20% en 2005, excepto en Africa, donde ha aumentado. La prevalencia promedio mundial de la desnutrición crónica bajó de 38% en 1990 a 27% en 2005, con la excepción de África
oriental [5].

El acceso a agua potable se incrementó notablemente, especialmente en las áreas rurales [6], aunque la escasez de agua será uno de los determinantes del siglo XXI [7] habiendo regiones que ya han alcanzado condiciones críticas (ver Fig. 4 [8])

El analfabetismo adulto se ha reducido a cerca de la mitad entre 1970 y 2005 [9] (ver Fig. 5)


Estos enormes avances han sido acompañados de reducción de la pobreza, incremento de la democracia, mejoramiento de la condición sanitaria mundial, y otras muchas mejoras en indicadores que muestran que la calidad de vida de la población en general se ha incrementado más en los últimos 50 años que en los 500 años previos. Eso es lo que permite albergar hoy en el mundo una población mucho mayor que la que podría sustentarse en ausencia de la tecnología actual, sin haber caído en una catástrofe maltusiana.


Para ello se ha pagado un costo muy alto, algunas de cuyas consecuencias son


  • El uso de recursos renovables en exceso de la capacidad de regeneración natural
  • El agotamiento de recursos no renovables sin creación de alternativas
  • El incremento desenfrenado en el consumo y derroche de energía
  • El uso irresponsable y desequilibrado de agua
  • La emisión de contaminantes a la atmósfera y al medio acuático
  • La producción exagerada de residuos sólidos no biodegradables o reciclables
  • La disminución progresiva de áreas naturales y biodiversidad por la expansión de la agricultura y los asentamientos humanos.
  • La fragilidad del ecosistema en muchos puntos del globo


Si queremos seguir gozando de una alta calidad de vida, incrementarla más aún y dejarle un mundo habitable y sano a nuestros hijos, debemos combatir esos males, pero al mismo tiempo asegurando que continúe el desarrollo, dado que es lo único que permitirá la convergencia hacia índices elevados de calidad de vida para la inmensa mayoría de la población mundial.

La clave para ello es responsabilidad en la toma de decisiones, tanto para generar y distribuir riqueza como para controlar que los procesos empleados para ello sean adecuados y no perjudiciales. Esto exige inteligencia, tanto por parte de los inversores que quieren desarrollar emprendimientos productivos, como por parte de los gobiernos que deben supervisar ese desarrollo y de la sociedad que debe controlar a ambos. La base para un control inteligente y responsable es disponer de información suficiente, actual, exacta y precisa como para ejercer el rol natural de contralor que debe estar en manos de la ciudadanía. Por ello, para evitar ese sesgo ecologista que se asocia hoy con el DSE es que vamos a proponer una nueva denominación, Desarrollo Inteligente Responsable (DIR). Con estas tres palabras pretendemos acentuar el aspecto económico del desarrollo, en armonía con la preservación inteligente de un equilibrio ambiental saludable y con responsabilidad tanto frente a la sociedad actual como a las futuras.


El DIR es posible pero difícil, porque tanto los daños como los beneficios en gran escala para la sociedad son difíciles de evaluar y es muy fácil en cambio caer en posiciones facilistas de uno u otro tipo. Mientras que un desarrollista a ultranza defenderá la instalación de cualquier actividad que proporcione beneficios económicos (no importa que tan grande o tan pequeño sea el colectivo que los reciba) independientemente de las consecuencias ambientales y sociales, y un ecologista radical propugnará el mantenimiento intacto de un ambiente natural (muchas veces contaminado por objetos, acciones o procesos que desconoce o que acepta porque allí estaban cuando él nació), aquellos adeptos al DIR debemos concentrarnos en adquirir y hacer uso de la información suficiente que nos permita tomar decisiones inteligentes y responsables que aseguren el desarrollo presente sin afectación del medio y con el mayor beneficio social posible, que nos permitan auditar los emprendimientos ya existentes y exigir un comportamiento correcto para los nuevos a instalarse.

Brindar esa información a la sociedad en relación a temas controversiales hoy en día es lo que nos motiva en esta serie de publicaciones. Ellas no están dirigidas al especialista, sino a la ciudadanía en general, para que sean los ciudadanos los que actúen libre y responsablemente, con suficiente información, como agentes de control y auditoría en nombre de nuestra sociedad actual y la por venir.


Referencias

[1] World Commission on Environment and Development, Our Common Future, Oxford University Press, 1987.

[2] World Bank,

http://www.worldbank.org/depweb/english/modules/social/life/index.html

[3] Wikipedia, http://en.wikipedia.org/wiki/Life_expectancy. World Resources Institute. 2006. http://earthtrends.wri.org. Washington DC: World Resources Institute. Menu "Population, Health and Human Well-being", submenu "Searchable Database". Population Division of the Department of Economic and Social Affairs of the United Nations Secretariat, 2005. World Population Prospects: The 2004 Revision. New York: UN. http://www.un.org/esa/population/ordering.htm

[4] Mortalidad infantil, http://childinfo.org/areas/childmortality/

[5] The Fifth Report on the World Nutrition Situation: Nutrition for Improved Development Outcomes, March 2004. ONU, Standing Committee on Nutrition.

http://www.unsystem.org/scn/Publications/AnnualMeeting/SCN31/SCN5Report.pdf

[6] Unicef, Safe Drinking Water Report, http://www.unicef.org/specialsession/about/sgreportpdf/03_SafeDrinkingWater_D7341Insert_English.pdf

[7] FAO, http://www.fao.org/nr/water/docs/escarcity.pdf

[8] FAO, http://www.fao.org/nr/water/infores_maps.html

[9] UNESCO, http://www.uis.unesco.org/en/stats/statistics/literacy2000.htm





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1 comentario:

OliverX dijo...

Brindo por el DIR. Me pareció excelente el post. Pero necesito que entiendas algo que tenés claramente equivocado como concepto: Hoy en Greenpeace se piensa así y para claridad de la fundación, todo lo recaudado es auditado y publicado sin zonas grises.
Buscamos crear conciencia y educar al hombre por venir. La desinformación a la que nos tienen acostumbrados los grupos de poder económicos no hacen más que fortalecer los argumentos radicales de ecologistas retrógrados.
Me parece que, siendo auspicioso, tu blogg será fuente permanente de consulta para mí.
Necesito corregir mis post en relación a Botnia pero no quiero dejar de recalcar, como Greenpeace manifiesta, que el tratamiento de efluentes es vital para la minimización casi total del impacto ambiental.